miércoles, 23 de enero de 2008

Totono, nada fácil

Cuando uno lo entrevista por primera vez puede llegar a detestarlo. Eso me pasó con Freddy "Totono" Grisales cuando jugaba con Atlético Nacional de Medellín, en el 2001. Aunque tenía al frente una cámara de televisión, daba las entrevistas mirando al piso, y lo único que quedaba en la pantalla era su cabeza pelada y sus orejas grandes. Tuve que decirle "si no me miras, no puedo seguir. Esto es televisión". No me hizo mucho caso y prefirió reírse. Como en ese momento era la figura más importante del equipo verde, era impensable hacer una nota sin que él hablara. De todas maneras, con la fuerza de la costumbre y la necesidad de relacionarse entre periodista y futbolista, descubre uno muy rápido que "Totono" es un chico de barrio que, como todo chico de barrio, cuando se enteró que sus piernas tenían un talento con el balón lo que más debió costarle dejar fue la vida relajada con los amigos de la cuadra.

Grisales viene de un barrio de obreros en el municipio de Bello, cercano a Medellín. En su calle, muchas de las fiestas de fin de año, con asado de ternera, han sido patrocinadas por este futbolista. Sus amigos, casi todos, tienen un taxi. Mientras él se ofrece a prestarles uno de sus autos ( todos rojos), si tienen una cita amorosa.


Este jugador de la selección Colombia no es un tipo que soporte mucho estar por fuera de su entorno. La primera vez que salió a un equipo extranjero lo hizo a San Lorenzo, de Argentina, en 1999, y fue un novelón. Regresó a Colombia a los seis meses porque su representante, según él, no cumplió con lo pactado. Después de esa experiencia, cuando de algún equipo extranjero le hacían propuestas no parecía muy entusiasmado. Estuvo de "visita" en Inglaterra, donde fue rechazado por el Aston Villa, donde jugaba su amigo Juan Pablo Angel.


Después de otra temporada en Colombia, volvió al fútbol argentino, a Colón de Santa Fe, a la temporada 2004- 2005. Esta vez tuvo custodia policial porque recibió una amenaza de un posible secuestro. Después estuvo en la banca del Barcelona SC de Ecuador, antes de jugar en Colombia con Independiente Medellín en el inicio del 2006. De allí de nuevo a Argentina y al Colón de Santa Fe en el torneo Apertura de 2006 hasta el Apertura 2007.


Para el arranque de este 2008 volvió la novela "Totono". El mediocampista quiso irse de su actual equipo (Colón) para jugar en Independiente de Avellaneda. No se presentó el 4 de enero a la práctica de los sabaleros porque daba por seguro su pase al club rojo. El técnico del club santafecino, Leonardo Astrada, se mostró molesto porque Grisales ni apareció ni llamó. Mientras, en Independiente, el entrenador Pedro Troglio lo esperaba como uno de sus mejores refuerzos. Allí tampoco pudo llegar. Colón dueño de su pase le obstaculizó el camino por su manera de irse del club. "Totono" se defendió diciendo que le deben plata.


Declaraciones en los medios fueron y vinieron. Troglio se resignó, y le dijo al diario La Nación: "Hace mucho que estamos con el tema de Grisales. Había que darle un corte definitivo". Colón, molesto, dijo que no negociará el pase de este jugador en los próximos seis meses.

Ahora "Totono" se entrena con el Envigado Fútbol Club en Colombia. Estará parado seis meses mientras su pase queda libre. No podrá ser convocado a la selección Colombia para jugar los próximos partidos de las Eliminatorias.


Aunque en una primera entrevista podés detestar a "Totono", pasa el tiempo y lo empiezas a entender. Como se mueve en la cancha se mueve afuera. Es impaciente, acelerado y temperamental. Para muchos es un futbolista "crecido" que ahora está sin club por su delirio de fama. Para mi, es el mismo de las entrevistas con la cabeza baja y la sonrisa atolondrada. Debo reconocer que me agrada como jugador y que si tuviera en este capítulo que estar del lado de alguien estaría del lado de "Totono". Porque aunque ningún paso suyo por un equipo ha sido fácil, se come la vida como se come la cancha.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Patrimonio de los hinchas

A la distancia no se alcanza a escuchar el tablado de la calle 70 de Medellín, ni la pólvora que debe aún retumbar en esa misma avenida. No sé como se habrán modernizado los festejos, sé que para los más jóvenes se han trasladado al Parque LLeras. Pero la "borrachera" y el "guayabo" siguen siendo los mismos. No faltará el que se quedó dormido en una de las aceras de la Universidad Pontificia Bolivariana el que no supo ni cómo abrió la puerta de la casa. También habrá uno que se "golió" una bandera gigante, de alguien que asomado por la ventana del carro, festejaba el triunfo. Todas son anécdotas del día después de que Atlético Nacional se coronara campeón del fútbol colombiano.



Nacional consiguió los dos títulos posibles de este año en el torneo local. El primero en un mes más tranquilo (17 de junio), y ahora en pleno diciembre. La alegría del título, es incluso, compartida con ese personaje que no sabe que es un gol, pero que se mezcló entre los hinchas para justificar la parranda de diciembre. Ser bicampeón en el mismo año y ser el primero en conseguirlo en Colombia, justifica la euforia de la celebración de los hinchas verdes. las imágenes repetidas hasta el cansancio del que llora, del que hizo hasta lo imposible por estar en el estadio Atanasio Girardot, la fanática que le hizo una promesa a María Auxiliadora, hacen parte de la continuidad de los noticieros de televisión, periódicos y programas radiales de hoy. Al ver y leer algo de eso es que pienso que los equipos de fútbol deberían ser patrimonio de sus seguidores.


Aunque en otros países funciona el sistema de hinchas socios, en Colombia parece utópico. Los dueños de los equipos no quieren compartir la administración con el fiel hincha que no falta a la cancha todos los domingos.

La décima estrella que hoy tiene en la mano el elenco verde, sirve para postergar el malestar de ese sector de la hinchada que ama al equipo pero no quiere al dueño. La frialdad de los resultados contables del propietario no parecen muy compatible con el calor que apasiona al seguidor de siempre. Pero esa flamante estrella estampada en la camiseta funciona, por los próximos seis meses, como una tregua.


En un día de triunfo es bueno fantasear con la posibilidad de que el hincha sea en parte dueño de el equipo. En Argentina, donde funciona el esquema de hinchas socios, los beneficios superan el de tener una boleta asegurada cada partido. Clubes como River Plate, Boca Juniors y hasta el humilde campeón, Lanús. Tienen sedes sociales. En el Estadio Monumental de River Plate funciona una guardería, un colegio y un complejo deportivo con canchas de voleibol, baloncesto y una piscina olímpica, todo para los socios y su familia. Además el socio que se mantenga al día con su cuota puede votar en las elecciones de los cargos directivos y administrativos del club.
Tal vez esto de que el hincha tenga voz y voto en las decisiones no se de nunca en el fútbol colombiano, pero estoy convencida que se puede vincular y beneficiar al hincha con algo más que 90 minutos de fútbol. Atlético Nacional, por ser uno de los grandes y primero en casi todo podría hacer el intento de mimar un poco más a su familia.
Por ahora dejo de plantear propuestas y aprovecho este espacio para felicitar de corazón a todos los que vivieron el triunfo en el Estadio Atanasio Girardot. A los que salieron a las calles, a los que lo vieron por televisión ,y a los hinchas que viven lejos de Colombia, y que a través de los correos en internet, transmitieron la felicidad de ver a su equipo campeón




lunes, 3 de diciembre de 2007

Lanús, un campeón a imitar


Por Pablo Hacker

Hay un lugar en la zona sur del Gran Buenos Aires que empezará a ser mirado de otro modo por quienes lo visiten. En ese reducto de casas bajas mezcladas con edificios, pueden inflarse el pecho por sentirse dentro de la galería de los grandes de la Argentina. Por primera vez en su historia, Lanús se consagró campeón del fútbol local y se convirtió en el 15° club que consigue un título en primera división. Tras 23 años, cuando Argentinos Juniors alcanzó la gloria, un equipo logra sumarse al selecto grupo de aquellos que alguna vez han dado una vuelta olímpica por adjudicarse un certamen vernáculo.

Seguramente, la noche fue larga para ese puñado de hinchas que copó la tercera bandeja de la Bombonera, también para los miles que se acercaron al estadio de Lanús para seguir la definición por televisión y para todos los fanáticos desperdigados en cualquier parte del mundo. Los cantos, los gritos, los llantos se mezclaron eufóricos en la medianoche granate. Ya no serán sólo Independiente, Racing y Quilmes (hoy en la B Nacional) los que por esta porción del Gran Buenos Aires se enorgullecen por haber festejado en el fútbol argentino. Ahora también Lanús cuenta con ese enorme mérito y exhibe con orgullo su hazaña ante los rivales de siempre: Banfield, el clásico adversario, y Talleres de Remedios de Escalada, oponente en épocas más duras para el cuadro granate. Pero otros equipos de la zona, como Los Andes, Temperley o Arsenal también deben mirar con sorpresa lo que este club, con sueños de seguir creciendo, logró.

Porque no hay dudas de que Lanús conoce de frustraciones en sus 92 años de historia. Hubo épocas de llanto, pero no por festejos, sino por descensos. Estuvo en la B y tocó fondo cuando su presente lo mostraba en la C, la penúltima categoría del fútbol argentino. Por ejemplo, en 1980, jugaba en esa división y sólo contaba con 5.000 socios. La gesta seguro responde a un sueño cumplido para aquel equipo de los Globettroters de1956, que finalizó como subcampeón de River. Es un orgullo para el conjunto de los Albañiles, Silva y Acosta, de 1964, que deslumbró por estas zonas. Es completar el ciclo para muchos de estos jóvenes de la actualidad, que fueron segundos de Boca en el Clausura 2006, o para el equipo, que se acercó a la hazaña en 1998 y también quedó un escalón por debajo, pero de Vélez.

El crecimiento de Lanús para alcanzar este presente de gloria responde a un proyecto serio, lejos del despilfarro, con apoyo a las divisiones inferiores y con la confianza hacia el entrenador, Ramón Cabrero, el técnico que hace más tiempo ocupa su cargo en la primera división del fútbol argentino. En esta zona del Gran Buenos Aires, no aterrizó ningún empresario del estilo del ruso Roman Abramovich para transformar un club en un emporio de éxitos y dinero. El Granate tampoco hipotecó su futuro para armar un plantel de figuras con préstamos que a la larga perjudican a las instituciones.

Para afrontar este campeonato y la Copa Sudamericana, Lanús hizo su inversión fuerte en un goleador. Le pagó a River un millón de dólares por José Sand, su máximo artillero en el Apertura, con 15 tantos. Luego, enriqueció al plantel con el peruano Roberto Malingas Jiménez (llegó desde San Lorenzo y es el único hombre que fue campeón dos veces este año), Adrián Peralta (vino desde Newell´s), Leonardo Sigali (de Nueva Chicago) y el brasileño Jadson Viera (aterrizó desde Danubio, de Uruguay, para reemplazar a Mauricio Romero, transferido a México, pero se lesionó tras las primeras fechas). Después, la cantera alcanzó para cubrir las idas de Sebastián Leto a Liverpool, de Inglaterra, y Rodrigo Archubi, a quien Cabrero no tuvo más en cuenta por sus actitudes y recaló en Olympiacos, de Grecia.

La continuidad de Cabrero, que antes de asumir en la primera del club conducía a las divisiones inferiores granates y conocía a muchos de los jóvenes que festejaron ayer, demuestra seriedad. El DT asumió luego de la salida de Néstor Gorosito y dirigió su primer partido en Lanús, el 13 de noviembre de 2005, en un empate 1 a 1 ante Newell´s. El club estaba cerca de la zona de Promoción y, tras dos años, consiguió un subcampeonato (el Clausura 2006), disputó dos veces la Copa Sudamericana y, ahora, entró en la historia. Entre los once titulares de aquel debut de Cabrero en el banco ante los rosarinos, estaban Bossio, Graieb, Velázquez, Pelletieri y Marcos Aguirre, todos integrantes del nuevo campeón del fútbol argentino. Esa tarde, Valeri entró en el segundo tiempo y Hoyos ocupó un lugar en el banco de los suplentes. Ambos estuvieron desde el comienzo en el empate ante Boca, que fue el último paso hacia la algarabía total. Sin dudas, la apuesta inicial duró en el tiempo.

La gesta final en la Bombonera se completó con un equipo que mezcló la experiencia de Bossio, Graieb y Ribonetto, los hombres de más de 30 años, con la juventud de los aquellos surgidos en las divisiones inferiores como Pelletieri, Hoyos, Fritzler, Blanco, Valeri y Acosta. También, hay que nombrar a la generación intermedia, con los hombres que provienen de otros destinos como Sand y Velázquez u otros chicos que aportaron como Aguirre y Biglieri.

¿Cuál fue la clave futbolística? Tras quedar eliminado por Vasco da Gama, de Brasil, de la Copa Sudamericana, en lo previo el principal anhelo del semestre, Lanús enfocó su potencial en el único objetivo que le quedaba: el torneo Apertura. Desde entonces, el equipo se afianzó y de los últimos 27 puntos en juego, el equipo granate cosechó 21 y no perdió más. Así, pudo dejar atrás su flojo arranque de certamen: había conseguido uno punto en las primeras tres fechas al perder con Colón e Independiente e igualar con Huracán.

Lanús no debe quedarse sólo con este presente glorioso. Su crecimiento se viene sustentando en los últimos 15 años. Desde que regresó a primera en 1992, el equipo granate consiguió los mejores resultados de su historia: un torneo local, dos subcampeonatos y la Copa Conmebol 1996. Todo suma y, seguramente, responde a un criterio de conducción claro. Le tocó a Alejandro Marón ser el presidente de la vuelta olímpica, pero antes hubo otros que posibilitaron este presente.

Lanús consiguió un éxito histórico. Mostró que es un ejemplo a seguir por clubes grandes y chicos del fútbol argentino. Por los méritos que acumuló, salud, campeón