A la distancia no se alcanza a escuchar el tablado de la calle 70 de Medellín, ni la pólvora que debe aún retumbar en esa misma avenida. No sé como se habrán modernizado los festejos, sé que para los más jóvenes se han trasladado al Parque LLeras. Pero la "borrachera" y el "guayabo" siguen siendo los mismos. No faltará el que se quedó dormido en una de las aceras de la Universidad Pontificia Bolivariana el que no supo ni cómo abrió la puerta de la casa. También habrá uno que se "golió" una bandera gigante, de alguien que asomado por la ventana del carro, festejaba el triunfo. Todas son anécdotas del día después de que Atlético Nacional se coronara campeón del fútbol colombiano.
Nacional consiguió los dos títulos posibles de este año en el torneo local. El primero en un mes más tranquilo (17 de junio), y ahora en pleno diciembre. La alegría del título, es incluso, compartida con ese personaje que no sabe que es un gol, pero que se mezcló entre los hinchas para justificar la parranda de diciembre. Ser bicampeón en el mismo año y ser el primero en conseguirlo en Colombia, justifica la euforia de la celebración de los hinchas verdes. las imágenes repetidas hasta el cansancio del que llora, del que hizo hasta lo imposible por estar en el estadio Atanasio Girardot, la fanática que le hizo una promesa a María Auxiliadora, hacen parte de la continuidad de los noticieros de televisión, periódicos y programas radiales de hoy. Al ver y leer algo de eso es que pienso que los equipos de fútbol deberían ser patrimonio de sus seguidores.
Aunque en otros países funciona el sistema de hinchas socios, en Colombia parece utópico. Los dueños de los equipos no quieren compartir la administración con el fiel hincha que no falta a la cancha todos los domingos.
La décima estrella que hoy tiene en la mano el elenco verde, sirve para postergar el malestar de ese sector de la hinchada que ama al equipo pero no quiere al dueño. La frialdad de los resultados contables del propietario no parecen muy compatible con el calor que apasiona al seguidor de siempre. Pero esa flamante estrella estampada en la camiseta funciona, por los próximos seis meses, como una tregua.
Nacional consiguió los dos títulos posibles de este año en el torneo local. El primero en un mes más tranquilo (17 de junio), y ahora en pleno diciembre. La alegría del título, es incluso, compartida con ese personaje que no sabe que es un gol, pero que se mezcló entre los hinchas para justificar la parranda de diciembre. Ser bicampeón en el mismo año y ser el primero en conseguirlo en Colombia, justifica la euforia de la celebración de los hinchas verdes. las imágenes repetidas hasta el cansancio del que llora, del que hizo hasta lo imposible por estar en el estadio Atanasio Girardot, la fanática que le hizo una promesa a María Auxiliadora, hacen parte de la continuidad de los noticieros de televisión, periódicos y programas radiales de hoy. Al ver y leer algo de eso es que pienso que los equipos de fútbol deberían ser patrimonio de sus seguidores.
Aunque en otros países funciona el sistema de hinchas socios, en Colombia parece utópico. Los dueños de los equipos no quieren compartir la administración con el fiel hincha que no falta a la cancha todos los domingos.
La décima estrella que hoy tiene en la mano el elenco verde, sirve para postergar el malestar de ese sector de la hinchada que ama al equipo pero no quiere al dueño. La frialdad de los resultados contables del propietario no parecen muy compatible con el calor que apasiona al seguidor de siempre. Pero esa flamante estrella estampada en la camiseta funciona, por los próximos seis meses, como una tregua.
En un día de triunfo es bueno fantasear con la posibilidad de que el hincha sea en parte dueño de el equipo. En Argentina, donde funciona el esquema de hinchas socios, los beneficios superan el de tener una boleta asegurada cada partido. Clubes como River Plate, Boca Juniors y hasta el humilde campeón, Lanús. Tienen sedes sociales. En el Estadio Monumental de River Plate funciona una guardería, un colegio y un complejo deportivo con canchas de voleibol, baloncesto y una piscina olímpica, todo para los socios y su familia. Además el socio que se mantenga al día con su cuota puede votar en las elecciones de los cargos directivos y administrativos del club.
Tal vez esto de que el hincha tenga voz y voto en las decisiones no se de nunca en el fútbol colombiano, pero estoy convencida que se puede vincular y beneficiar al hincha con algo más que 90 minutos de fútbol. Atlético Nacional, por ser uno de los grandes y primero en casi todo podría hacer el intento de mimar un poco más a su familia.
Por ahora dejo de plantear propuestas y aprovecho este espacio para felicitar de corazón a todos los que vivieron el triunfo en el Estadio Atanasio Girardot. A los que salieron a las calles, a los que lo vieron por televisión ,y a los hinchas que viven lejos de Colombia, y que a través de los correos en internet, transmitieron la felicidad de ver a su equipo campeón